domingo, 1 de julio de 2007

Esos seres míticos que metian sus manos en todo...

Las respuestas a semejantes cuestiones siempre estaban depositadas en los mismos seres: los dioses. Fueron los dioses los que habían creado nuestro entorno, éramos el fruto de sus caprichos y nuestro destino se hallaba en cierta forma en sus manos.

En los primeros relatos de este tipo que nos han llegado hay elementos comunes a todos ellos:
En el comienzo siempre hay un caos… hasta que, de repente, entra en escena los dioses. Estos seres mitológicos engendran a otros parecidos, hasta que de alguno de ellos surge el ser humano.

Este esquema de pensamiento está sumamente alejado del requerido para llegar a obtener explicaciones científicas… De ningún modo se puede hacer ciencia si estamos suponiendo la existencia de dioses que “toquetean” malévolamente todo cuanto nos rodea.

Para salir de esta cárcel mental, de este sometimiento divino fue necesario cierto relajamiento en las creencias. Ello lo encontramos en dos instantes: Por un lado, en Génesis I, el relato hebreo de la Creación y por otro lado en la peculiar forma de pensar de los griegos.

No hay comentarios: