lunes, 14 de enero de 2008

Castigo al diseño inteligente en el juicio de Pennsyvania

En el 2005 hubo un famoso juicio que formará parte de los anales de la historia. Un colegio quería imponer la enseñanza del creacionismo como parte del currículum científico, llegando el caso a los tribunales. En defensa de los creacionistas, el bioquímico Michael Behe declaró como testigo experto.

Este hombre pretendía probar que existen mecanismos biológicos que presentan una "complejidad irreducible", mecanismos formados por partes que no tienen utilidad alguna por separado pero que al funcionar de forma conjunta hacen que todo el sistema tenga sentido.

Encontrar un ejemplo de ésto implica para los creacionistas y seguidores del D.I la existencia de un ser creador de tal mecanismo, ya que de otro modo no puede explicarse su existencia, al considerar que los mecanismos con "complejidad irreducible" no se pueden construir mediante etapas.

El mecanismo de complejidad irreducible elegido por Behe, para probar la existencia de un diseñador, fue el motor flagelar bacterial. Es el único eje de rotación libre conocido en la naturaleza.

El caso es que este científico, el más reputado entre los defensores del D.I, durante su declaración se dedicó tan solo a afirmar que el motor flagelar bacterial era irreduciblemete complejo. Se le pidió reiteradamente que ofreciera argumentos que apoyasen su postura, pero él se limitó a indicar que la biología evolucionista ha ignorado este problema de forma sistemática.

Behe opina que el sistema inmunológico es otro caso de sistema de complejidad irreducible. Por ello también fue requerido en este aspecto durante su intervención.

El juez que llevaba el caso, John E. Jones, habla sobre los acontecimientos que estamos contando como sigue:

En el interrogatorio, el profesor Behe fue preguntado acerca de su afirmación de 1996 de que la ciencia nunca encontraría una explicación evolutiva para el sistema inmunológico. Se le presentaron cincuenta y ocho publicaciones revisadas por colegas suyos, nueve libros y varios capítulos de libors de texto de inmunología sobre la evolución del sistema inmunológico; sin embargo, simplemente insiste en que eso no es todavía suficiente evidencia de la evolución, y que no era lo suficientemente buena.

Al final, a Behe no le quedó más remedio que confesarse ignorante de todas esas publicaciones llevadas a cabo por sus colegas.

Cuando el experto creacionista dió por terminada su intervención, el abogado jefe de los demandantes, Eric Rothschild, declaró ante la sala lo siguiente:

Afortunadamente, hay científicos que buscan respuestas a la cuestión del sistema inmunológico... Es nuestra defensa contra las enfermedades que nos debilitan y que son fatales para nosotros. Los científicos que han escrito esos libros y artículos se afanan en la oscuridad, sin derechos de autor ni contratos por dar conferencias. Sus esfuerzos nos ayudan a combatir y curar condiciones médicas muy serias. Por el contrario, el profesor Behe y todo el movimiento pro diseño inteligente no están haciendo nada por el avance científico o por el conocimeitno médico y están diciendo, a las generaciones futuras, que no se preocupen por ello

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